La educación online no sustituye

¿Es posible recuperar el tiempo perdido por la COVID-19 en la educación española?

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El cierre de los centros educativos durante el confinamiento ha causado pérdidas en el aprendizaje del alumnado que van tener consecuencias negativas en sus vidas a medio y largo plazo. Algunos expertos proponen estrategias para recuperar lo perdido, pero ¿se están poniendo en marcha?

Cuando la vuelta a las clases es una realidad y la preocupación general se centra en el control de los posibles casos de contagio dentro de las aulas, economistas de distintos países están convencidos de que el daño ya está hecho y que es necesario compensarlo rápidamente.

Según estudios realizados en varios países europeos, la pérdida media del aprendizaje de los estudiantes causada por el parón del confinamiento y el verano posterior puede alcanzar el 6% con respecto a un año normal. Esta disminución de competencias tendrá un reflejo directo en la reducción de entorno el 2 % en los potenciales salarios futuros de estos estudiantes, agravándose en los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

La educación online no sustituye

La formación online, presentada como un sustituto eficiente de la presencial, parece que no ha logrado evitar la pérdida de competencias. Economistas y docentes coinciden: no es posible sustituir aspectos fundamentales como el adecuado seguimiento, orientación y motivación del alumnado por parte del profesorado, ni tampoco el estímulo del trabajo en grupo que ofrecen las clases presenciales.

De hecho, fiarlo todo a la educación online ha provocado un aumento en la desigualdad en los procesos de aprendizaje. Los alumnos rezagados y los pertenecientes a sectores de población más desfavorecidos se han visto claramente perjudicados, incluso en un 20 % según recientes estudios, ya sea por la falta de medios técnicos como por la falta de apoyo por parte de los tutores en el proceso formativo de los estudiantes.

A la luz de estas investigaciones, un efecto derivado de lo anterior consistiría en el posible aumento del abandono temprano del sistema educativo al finalizar la enseñanza obligatoria. Este abandono, situado ya en España en 2019 en el 17,3%, la convierte en el país de la UE con mayor porcentaje de jóvenes entre los 18 y 24 años que no tiene estudios medios (FP Básica, Media o Bachillerato finalizados) y que no continúa realizando ninguna formación.

Según estos datos, resulta evidente que el coste potencial de no abrir los centros educativos para la sociedad y la economía son indiscutibles, afectando especialmente a los alumnos de menos recursos, con efectos a largo plazo sobre sus rentas futuras y por tanto, sobre la desigualdad económica.

¿Es posible recuperar el tiempo de aprendizaje y las competencias perdidas?

Investigaciones llevadas a cabo por economistas británicos concluyen que está comprobada la eficacia de la implementación de tutorías de pequeños grupos de refuerzo y apoyo a los alumnos rezagados para compensar la pérdida de aprendizaje por el cierre los centros.

La eficiencia comprobada de estas tutorías se basan en el cumplimiento de una serie de condiciones. En primer lugar, que los tutores contratados tengan estudios superiores, reciban una formación específica, trabajen a tiempo completo a lo largo del curso con el mismo grupo de alumnos y estén coordinados con los docentes escolares de sus alumnos. En segundo lugar, la eficiencia de estas tutorías disminuye cuanto más grande es el grupo, con una caída más pronunciada en aquellos con más de 6 alumnos.

Un equipo de economistas españoles compuesto por Almudena Sevilla, Catedrática de Economía en el University College de Londres, y Jorge Sainz e Ismael Sanz, ambos de la Universidad Rey Juan Carlos, han cuantificado el coste económico de implementar estas tutorías en España en todos los niveles educativos.

Básicamente, la mayor parte del presupuesto se dedicaría a sufragar el tiempo de trabajo de los tutores, y su formación específica, ya que las tutorías se llevarían a cabo en el centro educativo del alumno, en horario extraescolar, lo que generaría unos costes adicionales menores.

Para contabilizar el montante de tiempo necesario de duración de estas tutorías, estos investigadores estiman que el grupo de estudiantes que podrían requerir apoyo tutorizado alcanzaría el 40% de los alumnos de la Enseñanza obligatoria y el 100% de los que cursan la FP. Estas ratios se basan en indicadores educativos, como el porcentaje de alumnos que no alcanzaron el nivel básico de competencia en el último informe PISA. Lógicamente, la selección de los participantes debería partir de una evaluación previa del nivel de cada alumno.

Recuperar el aprendizaje perdido costaría 365 millones de euros

Sevilla y su equipo, basándose en experiencias llevadas a cabo en el Reino Unido por la Education Endowment Foundation, calculan que un programa de tutorías de media hora diaria durante 12 semanas en grupos pequeños de 5 alumnos sería suficiente para recuperar el déficit de aprendizaje producido por el parón del confinamiento y el verano.

Los costes ensayados en las experiencias británicas se concretan en 770 € por cada grupo, cantidad asumida como válida por los investigadores españoles, y que arrojaría un coste para el programa de 365 millones de euros.

Esta partida económica, siendo importante, constituiría menos del 1% del gasto público destinado a Educación en España en 2018. “Es importante resaltar que los efectos de perdida de aprendizaje caerán sobre los alumnos de menos recursos, con efectos a largo plazo sobre sus rentas futuras y por tanto, sobre la desigualdad económica en nuestro país”, argumenta Almudena Sevilla.

Pero, ¿hay voluntad de recuperar este tiempo perdido?

A pesar de que existen propuestas firmes para reconducir la situación, las distintas Administraciones, estatales y autonómicas, están concentrando sus esfuerzos económicos en la contratación de personal docente con el objetivo de desdoblar los grupos escolares y evitar así eventuales contagios de COVID en el ámbito escolar.

Sin embargo, la realidad sobre el terreno es que el número de nuevos docentes que se están incorporando a los centros educativos (En Andalucía, 1 o 2 profesores contratados por centro seleccionado) es insuficiente para posibilitar este desdoble.

Algunas decisiones tomadas al final del curso anterior, como el que se suspendiera la enseñanza de nuevos contenidos educativos a partir de marzo, que se redujeran los contenidos exigibles en la prueba de acceso a la Universidad, así como la disminución de horas de prácticas en la FP, parecen apuntar a que se da por perdido este tiempo de aprendizaje.

De hecho, en 13 de las 17 Comunidades Autónomas españolas, la estrategia encaminada a recuperar determinados contenidos de la formación perdida ha consistido en la redacción un informe individualizado por cada alumno que detalla los “aprendizajes imprescindibles no adquiridos” a causa “de las circunstancias del tercer trimestre”. Informe que debía servir, a su vez, para la “diseñar los planes de recuperación” del presente curso.

Sin embargo, en los centros educativos, docentes como Yeray Recio, Jefe de Estudios de un Centro de Educación Infantil y Primaria de la provincia de Sevilla, opinan que lo que se pretende es “intentar que en 9 meses se imparta el contenido de 12 meses”, esto es, los contenidos correspondientes al último trimestre del curso anterior y los propios del presente.

Aún más escéptico es J. M., profesor de Enseñanza Secundaria en la provincia de Córdoba que prefiere mantener el anonimato, para el cual los problemas de la Educación en España son más profundos. “Si la sociedad, los políticos, los padres, no dan prioridad a la educación de sus hijos, al final, el COVID sólo será la espuma de la ola que está arrasando a la Educación en España”. Lo afirma con la crudeza del que ha sufrido un intento de agresión por parte de la madre de un alumno, justo el día anterior.